sábado, 18 de septiembre de 2010

No podía quitarle ojo a mi objetivo.
-Esperare a la noche para bajar y ver si tenemos vehículo – le comente a David totalmente convencido de mis palabras.
- No te das por vencido
- No, mientras tenga la esperanza de encontrar a mi familia con vida, no
Planteé la situación al grupo esperando que alguno de ellos, al igual que cuando salí de Ática, intentara frenarme, pero creo que todos sabían que mi decisión estaba tomada.
- Me gustaría tener las ideas tan claras como tú –me comentó Juanma
- Si tienes la mas mínima esperanza de que tu familia esta viva, yo mismo iré contigo a buscarlos, lo que no puedo hacer es quedarme de brazos cruzados esperando, sobre todo por que no se que esperar.
- Quizás el gobierno esté trabajando en una cura
- Juanmita, no te engañes, ya no hay gobierno ni nada que se le parezca, esto es el Apocalipsis total, acompáñame y te prometo que después de ir a buscar a mi familia, iremos a buscar a la tuya.
-Yo iré contigo –dijo Manoli- con la misma promesa, encontremos o no a tu familia, también me llevarás a buscar a la mía.
Yo me apunto –espetó Óscar- aunque viva a tomar de culo de aquí, cuando encontremos a vuestras familias, iremos a buscar a mi gente.
-Yo no me voy a quedar aquí sola, Lola y yo nos apuntamos, cuenta con nosotras – dijo Teresa con los brazos en jarra.
-Esta bien –dije- somos siete y no creo que quepamos muchos más, o encontramos un Hummer de siete o tendremos que buscarnos la vida con otro vehículo

jueves, 16 de septiembre de 2010

Apenas tenían comida, tampoco tenían armas.
-Si no conseguimos algo de comer, soy capaz de comerme a un puto muerto de los cojones –susurraba David, cada vez más nervioso.
Al contrario que en el piso en el que yo estaba, desde aquí se veía la calle. La vista era espeluznante, a lo lejos se veían columnas de humo en distintos puntos de la ciudad, hordas de zombies vagando sin rumbo por las calles. Era una imagen de desolación. Un hedor nauseabundo invadía todo, era el olor de la muerte y de la putrefacción.
Me fije en que había infinidad de coches, algunos volcados otros empotrados, incluso algunos estaban ardiendo. Tenía que encontrar un medio de transporte, si o si.
-A lo mejor te viene bien esto - dijo Manoli acercándome unos prismáticos
- Coño, claro- ¿ de dónde cojones los habéis sacado ? -dije mientras los cogía.
-Estaban aquí, en el piso –contesto Manoli
Me los colgué por el cuello y empecé a mirar el entorno. Aquellas cosas eran repugnantes, devoraban hasta los huesos. Había cientos de ellos por todos lados. A mi derecha estaba el hospital del Rey, a mi izquierda toda la ciudad. Conocía perfectamente la zona, y nervioso me puse a buscar algo que me vino de repente a la memoria. Vamos, vamos, tiene que estar ahí, lo recuerdo perfectamente. Donde coño estas. Ahí está. El puto concesionario HUMMER. De puta madre. Justo en la esquina con Isaac Peral, a doscientos metros de donde estábamos. Joder, no me lo podía creer. El escaparate estaba intacto, es verdad que desde aquí arriba no podía ver si había algún coche dentro, pero joder, siempre había alguno, he pasado por aquí mil veces y siempre había alguno.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Coño!!! Pero si tengo la puta pistola. El Z está a menos de cinco metros de mí, puedo ver su mirada vacía, su boca abierta es como el pozo de la muerte. El disparo suena como un cañón. Un tercer ojo aparece en la frente de la criatura y una especie de líquido viscoso le sale del nuevo ojo, el zombie cae desplomado hacia atrás. El silencio se adueña del momento. De repente oigo un ruido detrás de mí, me giro como un resorte, sólo me queda una bala.
-No dispares, no dispares, soy humana, no soy ninguna de esas cosas
-¿ Lola ?
-¿ Curry ?
-Pero qué coño haces aquí, joder, no estabais en Ática.
-No, estamos todos aquí, bueno, todos los que quedamos, escapamos en un autobús. Rápido, entra antes de que vengan más cosas de esas.
Corrí hacia el fondo del pasillo sin dejar de mirar hacia atrás. Joder estaban casi todos allí. No entendía nada. Juanma, Manoli, Teresa, el Calvo, incluso había gente que no conocía de nada.
Me contaron que a los pocos días de irme yo de Ática, algunos de ellos decidieron también salir de allí, después cogieron un autobús abandonado en plena Avd. Europa y cuando estaban entrando en Madrid por Moncloa, una horda de muertos vivientes se abalanzó sobre el autobús e hizo que este volcara. Joder, casi lo que me pasó a mí, la putada es que yo iba en una moto de mierda y de la ostia que me di, me rompí la clavícula. También me contaron que habían visto como algunos de nuestros amigos habían sido devorados por lo putos Zs, y que habían perdido el contacto con otros tantos. A su vez yo les conté, como salí de Ática, como encontré la moto y como me di la ostia. Les dije que mi idea seguía siendo la de ir a buscar a mi mujer y a mi hijo y que no era negociable, mi única misión, mi prioridad absoluta por encima de cualquier otra, era esa. Y no tardaría mucho en llevarla a cabo. El tiempo que tardara mi hombro en curarse.
El dolor de cabeza es monumental, creo que me he desmayado. Ni siquiera puedo abrir los ojos. Oigo voces. De puta madre, los Zs no hablan. Poco a poco empiezo a moverme, joder tengo frío, hace un frío de pelotas. Abro los ojos poco a poco y distingo al menos tres siluetas. Discuten entre ellos. Por fin me incorporo.
-imbécil, has estado a punto de jodernos a todos –ladra uno de ellos.
-yo también me alegro de veros, gilipollas –le grito para dejar claro que no me da ningún miedo.
El más grande de ellos se agacha, me coge por la pechera y me sube dos metros, me sujeta como si fuera un bebe. – ¿ gilipollas ? te acabamos de salvar la vida, tío mierda. Abre la puerta –le insta al otro, que no da crédito a lo que está oyendo.
-¿ como ?
-que abras la puerta joder, a tomar por culo.
De repente veo que se abre la puerta y salgo lanzado como si fuera un papel hacia la papelera. Me estampo contra la pared de enfrente y oigo el portazo que hace que mi vida valga un pedo. Me levanto y aporreo la puerta.
-abrirme, hijos de puta, cabrones, no me dejéis aquí. Pero nadie me contesta, es como si se hubieran ido. De repente oigo un ruido. Me giro y le veo, al final del pasillo. Solo hay uno, avanza hacia mí con paso torpe, emite un sonido gutural, y la negruzca sangre le brota de la boca como si fuera un niño babeando. No sé qué hacer, joder…

martes, 14 de septiembre de 2010

El pasillo parece vacio, aunque la visión de la mirilla es muy limitada. No se oye nada, absolutamente nada. Pongo la mano en el pomo y abro muy despacio, no hay nadie. Avanzo despacio hacia la escalera. Subir o bajar, joder que hago ahora. Decido subir. En el rellano de la escalera hay una urna de cristal con un extintor y un hacha, joder que alegría me acabo de llevar. No se si romper el cristal, puede que el ruido atraiga a los putos zombies. No se qué hacer. Decido seguir hacia el pasillo. Llego al piso de arriba, una mirada de izquierda a derecha. A la izquierda, nada, a la derecha hay un cuerpo en el suelo, boca abajo, está inmóvil. Muy pegado a la pared avanzo. Cada vez que me acerco a una puerta, intento abrir procurando hacer el menor ruido posible. Estoy llegando a la altura del cadáver, está enfrente de una puerta. Pego mi espalda a la pared y con el pie, intento dar la vuelta al cuerpo para ver quién es, pero justo cuando meto mi pie bajo su pecho para girarlo, la mano me agarra el pie. El grito ha tenido que despertar a cualquiera que estuviera a un kilometro a la redonda. El Z abre su corrompida boca semidesdentada intentando desayunarse mi pie, con la otra pierna pateo su cabeza una y otra vez, pero el Z no tiene intención de renunciar a su comida. De pronto, mi espalda cede al abrirse la puerta y una mano me tapa la boca hasta casi dejarme sin respiración.

lunes, 13 de septiembre de 2010

He oído un disparo, cerca... muy cerca, en el piso de encima quizás. Puede que otros estén vivos. Cuando nos separamos éramos seis. Vi como los Zs se comían a Raúl. Los demás corrimos cada uno por un lado. En ese momento los perdí. Me he puesto de pie, ya no estoy tan agarrotado y el dolor de hombro va remitiendo. Me veo con fuerzas para intentar salir. Podría subir arriba y comprobar si queda alguien con vida. Juanma, Óscar, David, Manoli y Teresa, alguno puede estar vivo. Me doy dos días, en ese tiempo tengo que recuperarme, coger confianza y valor, después... a por todas. Tengo un plan... subiré al piso de arriba, la putada es que hay al menos treinta apartamentos. He decidido salir de día, es cuando menos ruidos se oyen.
Qué curioso... hoy no he soñado con nada. Mi madre decía que era malo no soñar, que tenías que soñar algo, aunque fuera con algo horrible. Si te parece poco lo que tengo que vivir despierto. Hoy me he puesto de pie, suena raro verdad, pero llevaba tres o cuatro días tumbado, desde el último encuentro con un Z. Me han crujido las rodillas, tengo el hombro entumecido y casi no lo puedo mover. Noto algo en el estomago, no sé si hambre o ganas de vomitar. Tengo que salir de aquí ya. Voy a hacer un inventario de lo que tengo, armas, comida, medicina. Joder... no tengo nada. Una pistola con dos balas, unas latas de sardinas caducadas y dos ibuprofenos. Vaya mierda. Lo mejor sería utilizar una bala y acabar con todo esto. Sería lo mejor y lo más cobarde. ¿ Y si mi mujer y mi hijo están vivos ?. Joder... solo de pensarlo se me encoge el alma. Tengo que tomar una decisión al respecto. Aunque si decido salir a buscarlos, no puedo hacerlo en este estado... necesito descansar y curarme la herida del hombro. Me voy a tomar el penúltimo ibuprofeno haber si puedo dormir un poco. Luego decidiré...